Aunque ahora vemos a Inglaterra como un pueblo bien formado, y que en su momento dominó buena parte del mundo, lo cierto es que como las demás naciones, se creó a partir de pueblos superpuestos a lo largo de los siglos. 

En la Edad Media, hacia el siglo X, Inglaterra al fin contaba con un reino central que estaba gobernado por los anglosajones, pero a un alto precio, de incontables guerras intestinas y contra otros pueblos, como los celtas del norte y el oeste, así como los vikingos que asolaban sus playas. 

Pero esto no garantizaba su hegemonía, ni lo dejaba indemne de invasiones exteriores, como estamos a punto de ver. 

 

Un visitante inesperado.

 

Al otro lado del canal de la mancha, en el noroeste de Francia, un poderoso reino de origen vikingo, el de los normandos, se alzaba orgulloso entre los demás reinos francos. De hecho, el propio nombre Normandía significaba “Tierra de los hombres del norte”, ya que se trataba de una tierra que los francos habían tenido que ceder a los invasores escandinavos después de incontables ataques. 

Esta maniobra política a manos del rey  franco Carlos el simple resultó ser acertada, pues no sólo logró detener los saqueos en su tierra, sino que el propio líder vikingo Rollo se adaptó con su pueblo a la cultura local, sirviendo como barrera contra futuras invasiones vikingas gracias a su posición estratégica, como entrada de los mares del norte a las tierras francas. 

 

Invasión desde varios frentes.

 

Para mediados del siglo IX, los anglosajones estaban padeciendo sus propios problemas: desde el norte, como una plaga, los poderosos guerreros vikingos hacían incursiones cada vez más osadas hacia el centro de Inglaterra, que habían empezado en el lejano norte, pero poco a poco amenazaba la estabilidad del reino central.

Buscando ayuda ante estos ataques, el rey del joven reino de Inglaterra, Etelredo II, concretó un matrimonio con Emma, la hija del entonces duque de Normandía.

Pero esta alianza con los poderosos señores de al otro lado del mar no funcionó para defender al rey de los implacables escandinavos, y a la postre este tuvo que irse al propio reino normando, cuando los vikingos llegaron al corazón de su reino buscando su cabeza.

Etelredo permaneció por 30 años en Normandía, hasta que al fin pudo retornar a su reino natal, sin saber que la alianza con los normandos, que parecía haberlo salvado momentáneamente, crearía los gérmenes de la futura invasión

 

El bastardo elegido.

 

Varias décadas después, en el año 1066, el rey anglosajón Eduardo el Confesor murió sin dejar ningún heredero, por lo que el consejo de sabios de los anglosajones, el Witan, se apresuró a nombrar al duque Harold como su soberano.

Sin embargo, muchos ojos comenzaron a codiciar dicho trono, al negar su legitimidad. Uno de ellos fue el rey noruego Harald III, quien había pactado con otro rey danés el trono inglés. Esto por supuesto no tenía muchas bases, ¿pero quién se lo iba a negar a un poderoso caudillo vikingo? 

En el sur, nuestro protagonista, el líder normando Guillermo, quien era descendiente de Etelredo resolvió que él debía ser el legítimo rey del trono inglés, aunque muchos dudaban de su legitimidad, y lo veían como un bastardo indigno de dicho título.

 

El inicio de la acción. 

 

A pesar de que Guillermo era el más opcionado, al menos por legitimidad, el primero en atacar fue el noruego Harald, quien en otoño del propio 1066 lanzó una ofensiva en el norte de Inglaterra, buscando tomar ventaja del desprevenido rey Harold. 

Pese a su falta de preparación, el regente inglés venció a los vikingos en la mítica batalla de Stamford Bridge, dando al traste con sus aspiraciones poco lícitas. 

Pero el fracaso del vikingo, dejó sentadas las bases para que la amenaza del sur, traída por el ambicioso Guillermo, se cristalizara. 

Normandía era un ducado poderoso en ese momento, sino el que más en el reino franco, y convocó a hombres de toda Francia para la invasión, la última que se produciría en las islas británicas, y contaba con unos 7000 efectivos y algo más de 600 barcos. 

Debido al mal tiempo, el desembarco en el sur de Inglaterra se tuvo que posponer, pero coincidió con la batalla de Stamford Bridge, que había dejado agotados a los guerreros anglosajones, lo que resultó ser una bendición para el invasor. 

Tras desembarcar con su ejército en Sussex, comenzó a saquear toda la región, provocando al rey inglés, quien enfurecido por el pillaje y saqueo, no pensó en dejar que sus tropas descansaran de la batalla anterior, y se lanzó de inmediato a detener a los normandos

 

La batalla de Hastings. 

 

El 14 de octubre, los dos ejércitos se encontraron en las cercanías de la ciudad de Hastings. Aunque las tropas del rey Harold estaban agotadas por cruzar el país, consiguieron ubicarse en una posición elevada, lo que les dio una ventaja crucial, y consiguieron agotar a las fuerzas de Guillermo, que se lanzaron sobre ellas con tropas de caballería y arqueros. 

En poco tiempo, el ala izquierda de los normandos comenzó a replegarse, lo que a la larga provocó la huida generalizada de sus tropas. Las cosas no parecían estar saliendo como Guillermo esperaba, más aún cuando una flecha alcanzó a su propio caballo, matándolo y haciendo caer al adalid normando al suelo. 

Los ingleses, valerosos por la huida de los enemigos y la aparente muerte de su líder, comenzaron a perseguir a los normandos en su desbandada, pero fue aquí donde Guillermo, dando muestras de una superioridad estratégica, se levantó del suelo y comenzó a motivar a sus tropas

 

El giro de la batalla. 

 

Cuando el centro de las tropas inglesas avanzó, los mejores caballeros franceses, junto al propio Guillermo, comenzaron a motivar a sus hombres, y en poco tiempo los comenzaron a envolver por los flancos, aprovechando el desorden de los perseguidores. Los defensores estaban compuestos de infantería, mientras las fuerzas normandas tenían jinetes en su mayoría, lo que les dio una clara ventaja.

Con esta muestra de resiliencia por parte de sus tropas, al cabo de unas horas consiguieron acabar con la vida del propio rey anglosajón Harold, y poner en fuga al resto de tropas inglesas. 

 

Consecuencias de la invasión normanda de Inglaterra. 

 

Tras la batalla, Guillermo comenzó a doblegar a las demás provincias de Inglaterra de manera sistemática , y fue coronado rey el 25 de diciembre en Londres. 

A partir de aquí, las élites de la islas pasarían a hablar francés, mientras el pueblo llano siguió con su idioma original, y comenzó una opresión contra los anglosajones, de los que surgirían figuras heroicas como Robin Hood. 

Con la conquista de Northumbria, finalizó la total dominación normanda de Inglaterra, y los reyes ingleses de la actualidad siguen siendo descendientes de este intrépido conquistador.